Tanto a nivel personal como profesional resulta muy importante establecer metas tanto a corto, mediano como a largo plazo, y no se trata establecer objetivos basándonos en lo que la sociedad y cultura considere “correcto” como podría ser: casarse antes de los treinta años o ser tan delgada como una modelo de pasarela, sino de fijarse metas relacionadas con lo que verdaderamente nos hace feliz, lo que es saludable y nos hace crecer en todo sentido. Fijar una meta de acuerdo a lo que nuestros amigos o familia esperen, puede hacernos caer en una situación de desaliento, frustración e incluso depresión, sobre todo al no alcanzarla por no estar alineados con nuestro propósito de vida. Por ejemplo: bajar de peso es un objetivo personal bastante común, pero resulta muy diferente establecer un plan para llevar una dieta más saludable porque queremos hacer cambios positivos en nuestro estilo de vida, a decir que vamos a bajar 20 kilos en una semana porque alguien en la calle nos dijo que teníamos sobrepeso, lo que resulta peligroso, irrealista y en función de una presión social.
Definiendo objetivos y metas
Para establecer objetivos en primer lugar se debe establecer una visión de lo que queremos alcanzar y definir objetivos a modo de niveles que nos permitan alcanzar esa meta final, siendo cada uno de estos objetivos alcanzables y factibles; se tienen que determinar desde una óptica critica y realista, además de irle incrementando el nivel de dificultad a medida que avanzamos en nuestro proyecto. No podemos pretender aprender a correr cuando no sabemos caminar, por eso la estructura a diseñar debe basarse en un esfuerzo progresivo, sin tenerle miedo al fracaso; caerse es parte del proceso, lo importante es saber levantarse y establecer las estrategias correctas que nos permitan continuar el camino que nos comprometimos a seguir.
Compromiso y acción
El compromiso que adquirimos al ir tras nuestros objetivos no se siente como una obligación cuando realmente vamos tras nuestros sueños, sino que refleja la confianza que tenemos en nosotros mismos, nos mantiene motivados a pesar de las dificultades que podamos encontrar, percibiéndolas como retos a superar y no como obstáculos infranqueables; por lo que debemos mantenernos ejecutando acciones para avanzar y no detenernos a menos que sea para redefinir nuestras estrategias, nunca para abandonar.
Trazando planes
Muchas personas no alcanzan sus objetivos porque no establecen un plan concreto de sus objetivos, sin conocer qué quieren alcanzar, por qué decidieron seguir ese camino ni cómo pretenden alcanzarlo, y es por ello que fracasan. Si deseas conocer más sobre la importancia de la planificación estratégica puedes leer nuestro artículo anterior titulado: Alcanzando objetivos a través de la planificación estratégica personal. Es necesario saber a donde se quiere llegar para concretar los pasos a dar para llegar al destino deseado. Esto también demuestra el nivel de conocimiento que se tiene de uno mismo, una persona que se conoce a plenitud tiene una comprensión clara de su destino.
Confía y celebra
Tampoco debemos agobiarnos en el camino a cumplir nuestros objetivos, si bien debemos establecer fechas para el cumplimiento de cada una de ellas, se trata de disfrutar el trayecto sin caer en estrés, tomarnos nuestro propio tiempo y celebrar cuando llegamos a una de metas parciales. Ir tras nuestros sueños no debe ser angustioso, sino un proceso de evolución, trabajo y transformación que hay que saborearlo a plenitud, con sus dificultades que se convertirán en aprendizaje y en sus momentos de éxito que afianzarán nuestra motivación para seguir adelante.
¿Tus objetivos están alineados con tu plan de vida o según lo que espera la sociedad? ¿Disfrutas el camino para alcanzar tus metas?
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Imagen de ThomasWolter vía pixabay.com bajo licencia creative commons.